La palabra es la herramienta más importante que el ser humano posee para impactar su presencia y su idea en el entorno en que se desarrolla su relación social.
Si cada uno de nosotros estuviésemos conscientes de la energía liberada en cada palabra cuidaríamos muy bien el lenguaje utilizado.

Lo que de la boca sale del corazón proviene (Biblia).
La palabra es sólo un vehiculo, su contenido está compuesto por energía mental, emocional, físico y espiritual, si esta es positiva impactará positivamente y si es negativamente impactará negativamente con su consabido efecto constructivo o destructivo.
Cuando hablamos queremos comunicar un mensaje:
la palabra transmite 7%,
el tono 38%
y la postura corporal 55 %.
la palabra transmite 7%,
el tono 38%
y la postura corporal 55 %.
Si queremos liderar una conversación hacia el logro de nuestro objetivo debemos aprender a aplicar estos principios básicos.
Si fuéramos consciente que nuestro decir afecta no sólo a quien se la dirigimos sino también a nosotros mismos (cuando hablemos lo hacemos en base a la energía psicoemocional que elaboramos y este queda más para nosotros que para quien emitimos) y al mundo que nos rodea, comenzaríamos a cuidar más lo que decimos.
La palabra es un decreto que conlleva el germen de la materialización a largo o corto paso.
Los antiguos esenios sabían de la existencia de un enorme poder contenido en la oración, el verbo y la palabra.
Al principio era el verbo (la idea-palabra) y luego el verbo se hizo carne (se materializó) y pasó a habitar entre nosotros (Biblia), esto nos indica que toda palabra es semilla y esta germinará en nuestra experiencia como hecho materializado
Los antiguos alfabetos, como el sánscrito, el arameo y el lenguaje hebreo son fuentes de poder en sí mismos.
Los esenios utilizaron la energía que canaliza el lenguaje - la cual era la manifestación final del pensamiento, la emoción y el sentimiento.
Aprendamos a reformular nuestros pensamientos lenguajes, a tal punto que sólo pronunciemos palabras de aliento, de belleza, de abundancia, de salud, de creatividad y jamás de crítica, de pobreza o maledicencia.
Recordar esta sentencia metafísica de Don Gossett: “lo que dice recibe”.
Tu palabra está cargada de dinamita: que sean dinamita constructiva, creativa y salvadora.
DE MI INFINITA ABUNDANCIA A TU INFINITA ABUNDANCIA, hasta la próxima.
Prof. Arce
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